lunes, 25 de mayo de 2015

Creación recíproca.

Creación recíproca.

Escrito por: Demian Guerrero.
Ilustrado por: Mena.

En ésta pasarela de parafraseo y mágicos adornos
muchos se han desnudado ante la presencia de los demás,
y éstos se han negando siempre a aceptar la gran belleza de aquellos,
porque querían seguir creyendo que el resto del mundo era un lindo lugar.
Veremos qué sucede.
Mis dedos se deslizan. Pulsan. Cada orgasmo llega a destino y ya te veo crecer.

Perdón por querer traerte hasta aquí, pero la soledad colmó mi paciencia.
No te sientas un mero objeto, no te moldaré como tal.
Comed y leed todos de él.
Irrumpiste en mi consciencia, la estigmatizaste en su interior,
interpretaste mis quimeras como jamás había idealizado,
y así, por esa absurda crueldad, me desvelé hasta no tener noción,
hasta no tener noción de cuando empezó el sueño, cuando cursé la realidad
ni de cuándo comencé esta escritura. Tu escritura.
Cuando mires a lo alto y distingas un cielo trasparente,
cuando mires más allá, y mis ojos ya se habrán abierto. Y te van a estar mirando.
Serás mi yo exterior (mi interior superficial).
Podrías ser todo lo que detesto o todo lo que anhelo,
lo que amo en una noche y me aburre al día siguiente, ¿Lo rechazas?
Te construí con mis costillas, y ahora te desarrollas a tu conveniencia.
Me convierto al final en un simple siervo. Un simple siervo de mi creación.
Cumplís mis más sublimes deseos, estás viajando en mis más profundas pesadillas,
y en melancolía me percato de que ambas cosas suelen ser lo mismo.
Ya a esta altura debería saberlo y localizar la piedra que nos hace tropezar siempre,
debería, antes de desarmarme y reconstruirme, recordar donde iba cada pieza,
recordar, claramente, donde encajaba mi corazón. Si es que tenía uno.
Sólo a espero que esa mano, la cual te injerte delicadamente, me levante.

Mis ojos no paran de brillar ante el colosal espectáculo.
Te veo saliendo de mi mente, y es una hermosa secuencia,
colores “fluor” que al entreverlos se mueven, se mezclan, se materializan
y al final se confunden con la niebla de tanta nostalgia e ideas olvidadas.
Lástima verte tan molesto. No me pidas que deje de escribirte.
Sé que sí hay bastantes en realidad ahí, delante mío, dispuestos a escucharme,
dispuestos a admirar esa gran belleza,
y contrastarla con el suplicio de su existir para hacerlo más apacible.
Pero entiendo, los personajes deben salir de la cabeza de un escritor,
porque su fuerza imparable no permite que se mantengan en cautiverio,
esos animales nómadas sólo esperan otras mentes en las cuales refugiarse,
y quién sabe cuando decidirán dejarla en libertad... Si es que lo deciden.